(Zuri López)
“No me importa que no te importe porque a mi sí me importa”
¡Ánimo juventud! (2020) es una película de Carlos Arnella, conocido por su dirección en Manos limpias (2012), En la estancia (2014) y el remake de Rebelde que se estrenó el año pasado.
Oriundo de la Ciudad de México, Arnella propone un coming of age situado en la misma ciudad en donde nació. Este filme, ganador en la Selección oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia, sigue a cuatro adolescentes por la capital: Pedro, que tiene problemas en la escuela porque se niega a hablar español e inventa su propia lengua; Dulce, una chica ruda que en realidad quiere amistades reales; Daniel, un chico de dieciocho años que es taxista y pronto será padre, y por último, Martín, que grafitea en las paredes el nombre de una amada a la que no conoce muy bien.
Con 6.5/10 estrellas en IMDb (Internet Movie Database) y 3.2/5 estrellas en Letterboxd, la película logra un balance en la recepción tanto de críticos como aficionados del cine, los que describen a la actuación como natural y el diálogo como simple, a veces como un logro cuando lo comparan con la producción plástica y artificial del cine mexicano contemporáneo, y también se señala como una deficiencia que “disloca” el desarrollo de los personajes. Sobre esta película poco se habla de la relación entre la historia de los personajes y el espacio en donde viven, que es lo que me propongo en este espacio. Después de todo, el lazo espacio-trama en ¡Ánimo juventud! proviene de lo íntimo, ya que Arnella fue alumno de la escuela en donde se filmó la mayoría de este filme.
La película inicia con una secuencia de pantallas divididas; escenas simultáneas que retratan la atmósfera citadina usual: fachadas de edificios nuevos, viejos; el metro llegando a la estación; el tráfico permanente; unas chicas bailando en la plaza. Como recurso cinemátográfico, la pantalla dividida es un indicio de la temporalidad fílmica: la proyección de los distintos escenarios capitalinos simula cómo se cuenta la vida de los protagonistas. La película, en vez de optar por el tiempo lineal, utiliza el tiempo discontinuo, ya que el montaje de sus historias no sigue el camino usual del punto A al punto B. Por ejemplo, Martín, el primer personaje que se le presenta a la audiencia, está graffiteando la pared de una casa y es sorprendido por el dueño, que lo deja amarrado para que se lo lleve la policía. Se corta la escena y tiempo después se presenta a Dulce en la escuela, burlándose de los demás con su grupo de amigas. Más adelante en el filme, se revela que la casa que Martín estaba graffiteando era la de Dulce. Esta temporalidad discontinua, a veces desordenada y confusa, suma al mismo caos interno de los protagonistas.
Así como el lente de la cámara de ¡Ánimo juventud! enfatiza el enredo de calles, edificios y gente de la Ciudad de México para conocer en donde se desenvuelve la vida de los personajes, los espacios privados también añaden sentido a sus historias. Por ejemplo, se podría percibir a Dulce como el personaje que explora la sexualidad en la película por lo que hace dentro de los espacios que habita: se masturba viendo una telenovela frente al televisor que está en la cocina; tiene su primera relación sexual en la oficina del director de la escuela. La rebeldía y curiosidad del personaje se muestra por los lugares inusuales en que vive su sexualidad. Los espacios también son importantes en la historia de los demás: Pedro, en un auditorio y frente a toda la escuela, da un discurso usando el lenguaje que inventó; Daniel divaga las calles en su taxi como un reflejo de su futuro incierto.
Con situación muy peculiares, ¡Ánimo juventud! retrata el tipo de adolescencia que no llega a lo mainstream: la que está a punto de descubrir que todo está por cambiar.
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Zuri López es licenciada en Literatura latinoamericana por la IBERO. El fanfiction y el cine son sus dos líneas de investigación favoritas.